viernes, 29 de mayo de 2009

LA CIVILIZACION CHINA


El núcleo original de la civilización china fue la llanura del río Amarill
o, en Asia oriental, pero la población comenzó a extenderse hacia el sur, llegando a poblar el valle del río Azul que tenía un clima más cálido y propicio al cultivo del arroz, actividad económica principal. Hay vestigios que revelan que esta zona habría estado poblada desde el Paleolítico, período a partir del cual se habrían producido múltiples transformaciones hasta dar origen a las llamadas “dinastías históricas” a partir del 1770 a. C., con la dinastía Shang. Con ella se encuentran los primeros indicios de la civilización china.

No obstante, la historia del Imperio chino propiamente tal se inició en el siglo III, cuando Shi Huang ti, de la dinastía Ch’in, logró unir los diversos reinos de la región y fue proclamado emperador. Impuso una misma legislación y una misma escritura basada en caracteres ideográficos y unificó la lengua al chino mandarín. Mandó a construir carreteras que unieron al imperio y la famosa Muralla China, cuya longitud alcanza los 6.000 kilómetros, para defenderse de los mongoles.


En la antigua China, el gobierno se encontraba en manos del emperador que ejercía su autoridad de forma absoluta. Era asesorado por los mandarines, funcionarios que recibían una educación especial y se encargaban de la administración del país y de la defensa de las costumbres y las tradiciones.

Como todas las civilizaciones antiguas, la sociedad era fuertemente jerárquica, en cuya cima se encontraba la familia imperial. Le seguían los mandarines y, a continuación, los grandes propietarios de la tierra. En la base de la pirámide social se encontraba un reducido número de artesanos y pequeños comerciantes y la gran masa de campesinos. Su religión fue influida por dos grandes pensadores: Lao-Tse (fundador del taoísmo) y Confucio.

Los chinos lograron un gran desarrollo cultural, inventaron la brújula, el compás, el papel, la tinta y la pólvora, que usaban para los fuegos artificiales. Desarrollaron un refinado gusto que se aprecia en la creación de la porcelana y la seda, productos que fueron la base del comercio con Europa a través de la ruta de la seda. En cuanto a la arquitectura destacan la belleza de las pagodas (templos) y de las grandes campanas de bronce. Desarrollaron además la pintura paisajista y la milenaria acupuntura.

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