Según la leyenda romana, los hermanos gemelos Rómulo y Remo fueron los fundadores de Roma. Aunque la historia fija el origen de la ciudad a finales del siglo VII a.C., invalidando por completo el mito, la leyenda de los gemelos amamantados por una loba siempre tendrá validez cultural.

Cuando los gemelos crecieron, descubrieron su verdadero origen y el trágico destino de su familia.
Decidieron regresar a Alba Longa, matar a Amulio y devolverle el trono a su abuelo Numitor. Como agradecimiento, éste les concedió territorios al noroeste del Lacio y en el 753 a.C. los gemelos fundaron una ciudad en una llanura del río Tíber, donde había embarrancó la cesta.
Siguiendo una tradición etrusca, cogieron dos bueyes blancos con arado y excavan un surco sobre el cual construyeron las murallas de la ciudad, jurando matar a cualquiera que las traspasara. Pero no se pusieron de acuerdo para darle un nombre a la nueva ciudad, por lo que decidieron que lo elegiría aquel que avistase más pájaros.
Rómulo vio 12 aves, mientras que Remo alegó que, aunque sólo había visto 6, las había visto primero. Esto los llevó a una discusión que impulsó a Rómulo a acabar con la vida de Remo a estilo Caín y Abel. Luego comenzó a construir las murallas de la ciudad en el monte Palantino y la denominó Roma. Como único soberano, Rómulo creó el senado y dividió la población en treinta congregaciones, aceptando refugiados, libertos, esclavos, prófugos, etc. para poblar la flamante Roma.
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